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jueves, 18 de enero de 2024

¿Todos somos Wander Franco?

 Por supuesto que no. Calificar el caso por el que se acusa a Wander Franco no es difícil: es nauseabundo. De acuerdo a las investigaciones oficiales basadas en las declaraciones de la víctima, un adulto la usa y domina, con la anuencia y provecho económico continuado de su propia madre y otras mujeres adultas.

Todavía pasarán muchos años hasta que cale, se interiorice en lo más profundo de cada miembro de la sociedad que las relaciones sexuales entre un adulto y un menor son delito. Que no son "naturales", cosas que pasan. O que tampoco son una salida aceptable a la pobreza cuando se dan las circunstancias. O que hay adolescentes precoces que dan su consentimiento. O que antes se casaban a los doce años. O que ella es la que comenzó provocando.

Pueden hacerse leyes que prohíban el matrimonio infantil y eso está muy bien. Pero ese no es el problema, pocos adultos que abusan de menores tienen el propósito de casarse. Ese no era su plan. 

Una pre adolescente es supuestamente (evitemos las demandas) explotada por su propia madre. No es la primera ni será la última. Si los adultos de sus propias familias no las protegen, poco pueden hacer ellas para escapar de esa barbaridad y tener una vida plena. Una sociedad hipersexualizada en la era de las redes sociales, hábitat natural de las generaciones mas jóvenes sin control real para proteger a los menores. Es la fórmula perfecta para adultos inescrupulosos.

Todos somos Wander Franco, decían los carteles de otros casi niños que soñaban con ser el próximo Wander Franco. En el terreno de juego, claro...

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